lunes, 17 de diciembre de 2007

Una mañana en el parque




El jueves, día 13 de diciembre, los Elefantes y las Cebras, fuimos de visita al Parque Ferrera. Al principio pensamos que pasaríamos la mañana en los columpios, pero Teresa y Mar nos dijeron que primero iríamos a ver los árboles.

Cuando llegamos a La Noria, Cristina y Begoña nos estaban esperando para acompañarnos en la visita.

Nos contaron un cuento y nos dieron un cuadernillo que íbamos rellenando para ayudarnos a recordar lo que íbamos aprendiendo. No pudimos ver todos los árboles, porque son muchos, pero nos explicaron muchas cosas interesantes sobre algunos.

Si quieres ver cómo fue la visita, pincha sobre la foto que hay en la parte inferior derecha de la página.

sábado, 24 de noviembre de 2007

El libro de las palabras

Teresa se perdió la fiesta del Amagüestu porque estaba enferma, así que, en cuanto volvió, la clase tuvo que contárselo todo, con pelos y señales.
Mar, la otra maestra de EI-5, le había dado a Teresa una lista con un montón de palabras nuevas. Palabras que tenían que ver con la Exposición de objetos tradicionales asturianos y con los utensilios que utilizó la Filandera.
Teresa las iba leyendo y el grupo le explicaba lo que recordaba. Con algunas no hubo ningún problema. Con otras surgieron algunas dudas. ¿Cómo se escribe huso, con hache, o sin hache? Teresa no se acordaba, en aquel momento. ¿Qué hacemos? Mirarlo en el Libro de las Palabras, por supuesto.
–Primero voy a buscarla con hache. La hache no suena, así que, a lo mejor, la lleva, aunque no la oigamos.
Y sí, allí estaba. Teresa señaló la palabra en la página y la mostró a la clase. Luego leyó.
Según iba leyendo, las cabezas asentían. Todo coincidía: el material, la forma…
–Sí, sí, es eso, es eso.
Luego, por las dudas, buscaron a ver si venía sin hache. Y sí, venía. Como la hache no se oye… pero no significaba lo mismo, aunque es una palabra que utilizamos mucho.
–Vamos a ver si están las otras.
Teresa las buscaba y las leía. Las criaturas se miraban unas a otras sonriendo y asistiendo con satisfacción.
De repente, un problema. Parafusa no está en el diccionario. Teresa explicó lo que ella entendía por parafusa, pero no tenía nada que ver con el trabajo de la Filandera.
–Igual es porque como este es un diccionario escolar, no vienen todas las palabras.
– ¿Y si probamos en Internet?
Dicho y hecho. Todo el grupo se acercó a uno de los ordenadores. Teresa abrió la página de la Real Academia de la Lengua y escribió parafusa.
–La palabra parafusa no está en el diccionario –leyó Teresa.
Pero sí aparecía en las imágenes de Google. Igual, igual que la que había llevado la Filandera.

sábado, 10 de noviembre de 2007

¿Dónde están las llaves, matarile, rile rile...?







El profesorado de Primaria, de ésta, nuestra Comunidad, vive sin vivir en sí, y al borde de un ataque de nervios, a causa de los plazos imposibles que nuestra excelsa Consejería les ha impuesto para realizar las concreciones curriculares derivadas de la aplicación de la LOE.
Mientras, en mi cole favorito, han organizado una de sus exposiciones. Bueno, vale, ya sabemos que en Infantil no hay presión de currículo, ni de competencias básicas, ni de objetivos de etapa o de ciclo, ni criterios de evaluación, ni atención a la diversidad… Infantil sigue viviendo en los Mundos de Yupi. ¿O no? A las pruebas me remito:
Fueron a ver la correspondiente exposición en el CMAE (Centro Municipal de Arte y Exposiciones), previa preparación en clase a base de realizar hipótesis, exponer lo que cada cual sabía del asunto, ver libros sobre todo tipo crámicas y ceramistas.
Realizaron el trayecto, a pie, tan pichis, por las calles del barrio. Hicieron la visita respetando las normas de comportamiento en un evento de estas características (que ya se las saben porque, llevan, desde los tres años, haciendo visitas a exposiciones, museos...). Contemplaron las obras y las comentaron, cada cual con su catálogo; preguntaron a su maestra y a la guía, se interesaron por la autoría, los títulos, los materiales, las formas...
De vuelta al aula, decidieron (¡faltaría más!) que también querían hacer su propia Exposición de Cerámica. La organizaron y planificaron, como llevan haciéndolo desde que estaban en EI-3, con el cuidado especial con el que se organizan eventos que se van a mostrar al exterior. Realizaron varias piezas. Las decoraron, escogiendo colores y la forma de aplicarlos, según su propia inspiración artística. Eligieron las que formarían parte de la exposición. Les pusieron un título, que cada cual discurrió y escribió, con ayuda de la maestra, o sin ella, primero en borrador y luego, con más cuidado, en el rótulo que acompañaría a la pieza. Decidieron el lugar, la oportunidad de las fechas, la disposición del espacio y la colocación de las obras.
Hicieron el cartel anunciador, después de un exhaustivo estudio sobre la tipología de los carteles, que situaron en un lugar estratégico para que todo el mundo pudiera verlo.
También diseñaron su propio catálogo.
Discutieron y llegaron a acuerdos sobre el título general de la exposición, los elementos, verbales y no verbales, que deberían incluir en el cartel y en el catálogo, así como la información que proporcionaría a sus potenciales visitantes. Realizaron una invitación formal a las familias y, por fin, se procedió a inaugurar la exposición en toda regla. Acompañaron a sus familias y amistades en la visita. Comentaron las piezas y aclararon dudas.
Efectivamente, en Educación Infantil no existe la presión del currículo, ni de los objetivos, ni de los criterios de evaluación, ni de las competencias básicas.
Y digo yo: A Pekín, ¿pa qué?

jueves, 8 de febrero de 2007

Si les pidiéramos


a alguien que no conoce este cuento que interpretara la imagen que aparece en la portada lo más seguro es que no tuviera ningún problema para elaborar su propia hipótesis fijándose en los personajes.
Podría contarnos que Papá Ratón está descansando en su sillón después de un duro día de trabajo, mientras Mamá Ratona espera para servirle la cena, cuando él se la pida.
Papá Ratón es el rey del hogar, por eso ocupa el lugar central de la imagen. Mamá Ratona, que no hace ningún trabajo importante, se mantiene en un segundo plano, incluso detrás de su prole, en actitud sumisa y obediente, consciente de que quien manda en casa es Papá Ratón (que para eso es el que hace el trabajo realmente importante y lleva el dinero a casa).
Papá Ratón es muy inteligente (lleva gafas y luce un imponente bigote) y se esfuerza mucho en su trabajo, que es fundamental para la familia, por eso cuando llega a casa está tan cansado que se pone las zapatillas se sienta en su sillón a descansar antes de cenar. A veces lee el periódico o ve las noticias en tele. En ese momento nadie puede molestarlo. Todas las cosas que hace papá son muy importantes.
Mamá Ratona no tiene sillón porque no necesita descansar, ni sentarse a leer el periódico. A veces, después de fegar los cacharros del medio día, mientras espera a que su prole llegue del colegio, ve algún culebrón o un programa de cotilleo en la tele. Mamá Ratona no trabaja, pero lleva un mandil. Las mamás usan mandil porque son las que tienen que hacer las tareas del hogar.
El hijo Ratón, usa gafas como su padre y, a pesar de su corta edad, su bigote ya promete. Es muy inteligente y muy buen estudiante, un poco trasto, sí, pero los chicos, ya se sabe. Cuando sea mayor será ingeniero, profesor o médico y, a lo mejor, llega a alcalde, o a ministro.
Las hijas Ratonas también van al cole, claro. Aunque no son tan inteligentes como su hermano, sacan buenas notas porque son ordenadas, limpias y constantes. Cuando sean mayores se casarán con un Ratón inteligente y con un buen trabajo y formarán una familia tan estupenda como la suya. Si alguna de ellas se queda soltera, la pobre (seguramente la cuarta, que parece un poco despreocupada e inconsciente), podrá trabajar de bibliotecaria, maestra o enfermera y terminará usando gafas, pero no tendrá mandil, porque el mandil sólo lo usan las mamás.
Si le preguntáramos a cualquiera de las niñas y los niños de este cole nos ofrecerían un retrato muy diferente de los personajes. Sus maestras ya les han leído el cuento y saben de qué va la historia.

El poder de las imágenes es infinitamente mayor al de la palabra. Las imágenes van directamente al centro de las emociones, sin pasar por el filtro de la razón, y contribuyen de forma decisiva a configurar la idea que nos hacemos del mundo y la posición que ocupamos en él.

¿Qué idea queremos que nuestra infancia se haga del mundo que les tocará vivir? ¿Qué posición pretendemos que ocupen en él?



jueves, 1 de febrero de 2007

Todos los viernes,



antes de irnos a casa, podemos escoger un libro de la Biblioteca de la clase para leerlo durante el fin de semana. No tiene por qué ser un libro de cuentos. Podemos llevarnos cualquiera de los que tenemos: cuentos, enciclopedias, diccionarios, monografías... Sí, ya sé, me diréis que a los cuatro años no todo el mundo sabe leer, y menos un diccionario, o una monografía , pero en casa hay personas mayores que sí saben y podemos leerlos con ellas, mientras miramos las imágenes; o dejar que nos lo cuenten, si es un cuento, cuando nos vamos a dormir; o pedir que nos busquen lo que significa una palabra que hemos aprendido en clase; o que nos lean cómo viven los delfines, o los osos, o las cebras...
Cuando llega el momento, la maestra se sienta en el suelo (que es dónde más le gusta sentarse), coge una hoja y escribe nuestro nombre junto al del libro que hemos elegido. Así, el lunes, cuando lo traigamos, sabrá que lo hemos devuelto y el próximo viernes podremos escoger otro diferente.
La maestra nos ha contado que en la biblioteca del cole grande, en vez de apuntar los libros en una hoja, se registran con un programa de ordenador que se llama ABIES. Así se puede saber cuántos libros se han sacado durante todo el curso, cuáles son los que más se leen, y otras cosas por el estilo. A ella le gusta más hacerlo así, pero es lo mismo, porque tiene guardadas todas las hojas de todas las semanas y, además siempre se acuerda de cuál es nuestro favorito.

viernes, 19 de enero de 2007

El taller del cuento

se hace en la clase de los Delfines. Para asistir sólo hay que apuntarse en la lista. A los 3 años, casi nadie conoce bien las letras, pero da igual, lo importante es escribir el nombre en el lugar adecuado. Luego, la maestra se encarga de traducir los signos para que quienes sí saben escribir puedan entenderlo.

Hoy toca El pez Arco iris se enfrenta al peligro, una emocionante historia en la que un grupo de peces intenta evitar convertirse en el almuerzo de... ¡un tiburón! El tiburón, en realidad, no es malo, aunque tenga un aspecto tan terrorífico que pone los pelos de punta, lo que pasa es que tiene hambre y quiere comer. De todas formas el intríngulis de este cuento no es evitar convertirse en la comida del tiburón, sino la forma en la que, a veces, hacemos de menos a quienes no pertenecen a nuestro grupo.
Que ¿qué pasa? ¡Ah!, misterio. Si quieres saberlo sólo tienes que apuntarte en el Taller del Cuento y pedirle a la profe que lo lea.

lunes, 15 de enero de 2007

¿Qué pasa aquí?


¡Bueno, bueno, qué follón,
si este cole, más que un cole,
tal parece un aluvión.
Aluvión de porquerías,
de basuras, de inmundicias,
de trastos al mogollón.

¿Qué dices de porquerías?
A ti te falta un riñón.
Son las piezas de un mecano,
bloques de una construcción,
casas, coches, aparatos…
¡Échale imaginación!

¡Qué barullo, qué alboroto!
¿Quién pone orden aquí?
Nadie saca su cuaderno,
nadie escucha la lección,
nadie escribe en redondita,
nadie estudia, ¡ay, qué horror!.

¿Horror, dices, troglodita?
Anda, pasa, ven aquí,
que lo de aprender jugando
sí es una buena lección.