jueves, 8 de febrero de 2007

Si les pidiéramos


a alguien que no conoce este cuento que interpretara la imagen que aparece en la portada lo más seguro es que no tuviera ningún problema para elaborar su propia hipótesis fijándose en los personajes.
Podría contarnos que Papá Ratón está descansando en su sillón después de un duro día de trabajo, mientras Mamá Ratona espera para servirle la cena, cuando él se la pida.
Papá Ratón es el rey del hogar, por eso ocupa el lugar central de la imagen. Mamá Ratona, que no hace ningún trabajo importante, se mantiene en un segundo plano, incluso detrás de su prole, en actitud sumisa y obediente, consciente de que quien manda en casa es Papá Ratón (que para eso es el que hace el trabajo realmente importante y lleva el dinero a casa).
Papá Ratón es muy inteligente (lleva gafas y luce un imponente bigote) y se esfuerza mucho en su trabajo, que es fundamental para la familia, por eso cuando llega a casa está tan cansado que se pone las zapatillas se sienta en su sillón a descansar antes de cenar. A veces lee el periódico o ve las noticias en tele. En ese momento nadie puede molestarlo. Todas las cosas que hace papá son muy importantes.
Mamá Ratona no tiene sillón porque no necesita descansar, ni sentarse a leer el periódico. A veces, después de fegar los cacharros del medio día, mientras espera a que su prole llegue del colegio, ve algún culebrón o un programa de cotilleo en la tele. Mamá Ratona no trabaja, pero lleva un mandil. Las mamás usan mandil porque son las que tienen que hacer las tareas del hogar.
El hijo Ratón, usa gafas como su padre y, a pesar de su corta edad, su bigote ya promete. Es muy inteligente y muy buen estudiante, un poco trasto, sí, pero los chicos, ya se sabe. Cuando sea mayor será ingeniero, profesor o médico y, a lo mejor, llega a alcalde, o a ministro.
Las hijas Ratonas también van al cole, claro. Aunque no son tan inteligentes como su hermano, sacan buenas notas porque son ordenadas, limpias y constantes. Cuando sean mayores se casarán con un Ratón inteligente y con un buen trabajo y formarán una familia tan estupenda como la suya. Si alguna de ellas se queda soltera, la pobre (seguramente la cuarta, que parece un poco despreocupada e inconsciente), podrá trabajar de bibliotecaria, maestra o enfermera y terminará usando gafas, pero no tendrá mandil, porque el mandil sólo lo usan las mamás.
Si le preguntáramos a cualquiera de las niñas y los niños de este cole nos ofrecerían un retrato muy diferente de los personajes. Sus maestras ya les han leído el cuento y saben de qué va la historia.

El poder de las imágenes es infinitamente mayor al de la palabra. Las imágenes van directamente al centro de las emociones, sin pasar por el filtro de la razón, y contribuyen de forma decisiva a configurar la idea que nos hacemos del mundo y la posición que ocupamos en él.

¿Qué idea queremos que nuestra infancia se haga del mundo que les tocará vivir? ¿Qué posición pretendemos que ocupen en él?